Creamos una cortina
& me miraste
con ojos inyectados
de sangre.
Preguntaste algo
sobre las tormentas eléctricas
de Catamarca
& que sucedía con los flamencos,
si es que morían en pleno vuelo.
-No son propicias
ni para ellos
ni para nosotros, contesté.
& luego nos dedicamos
a encontrarte un baño
por una calle esotérica,
uno limpio
hecho a tu medida.
La ciudad
cada vez más infame
no podía siquiera entender
las vibraciones de tu boca
en las palabras.